Aunque no lo parezca,
pero el título de este post es la música de Rocky. Sí, sí, ya lo se, hay que echarle
imaginación, pero esto es lo que hay. Y el motivo es que ya hemos vuelto de las
vacaciones de Navidad, de todos esos días de fiesta que no sabes si es sábado,
martes o viernes y tienes un desmadre horario de narices por no hablar de los kilos de más, resultado de abusar del jamón, de comilonas, turrones, roscones...
Pero enero, con sus almendros en flor, ya está aquí
y retomamos más fuerte que nunca la terapia y los entrenamientos para mejorar el
desarrollo de mi motor fino y de mi motor grueso. Si no sabéis de lo que
hablo, os lo refresco; el motor fino o motricidad fina es la coordinación de
los movimientos musculares pequeños que ocurren en partes del cuerpo como los
dedos, generalmente en estrecha coordinación con los ojos. El motor grueso o
motricidad gruesa se relaciona con la habilidad que desde niños (¡y yo lo soy!)
vamos adquiriendo para mover armoniosamente los músculos del cuerpo, mantener
el equilibrio y adquirir agilidad, velocidad y fuerza en los movimientos. Ejemplo
de motor fino: cuando estamos viendo un partido de fútbol y no dejamos de
meter los dedos en el plato de las aceitunas o de las patatas fritas (aunque no
sea el nuestro) porque nos llevan los demonios de la emoción. Ejemplo de motor
grueso: cuando nuestro equipo marca gol y saltamos lo más que podemos
levantando los brazos mientras eyectamos al mundo el olor de nuestras sudorosas axilas y lanzamos alaridos de placer deportivo abrazándonos
compulsivamente a nuestros amigos o al prójimo más cercano.
Como aún soy pequeño y
por mi condición el mundo parece ir más rápido que yo, necesito esforzarme más
y poner más empeño para que mis dos motores estén perfectamente lubricados y
funcionando al cien por cien. Por eso esta mañana, como cada semana, he ido con
mis padres a un lugar fantástico: el Centro de Atención Temprana Fahala de
Alhaurín el Grande, que el año pasado obtuvo un premio muy gordo. No, el de la lotería no, ojalá les toque algún día. El premio al que me refiero es el
Certificado de Calidad Avanzada, otorgado por la Agencia de Calidad Sanitaria de la Junta de Andalucía. Según he oido decir a mi padre, que nunca para de hablar y contar historias, es algo más importante para muchas personas que
el premio ese que llaman balón de oro y que le dan a algunos futbolistas por correr en calzoncillos detrás de una pelota. Ha sido el primer centro municipal en
Andalucía que ha obtenido esa certificación y no me extraña porque el equipo
humano que lo compone es muy profesional, generoso, atento y muy comprometido con
la extraordinaria labor que llevan a cabo ¡Además, siempre me sonríen mucho y
me hacen muchas carantoñas!
Hemos empezado con el
motor fino, metiendo y sacando objetos de determinados lugares, como aros de colores,
encajables, piezas geométricas de colores… Lo que más me mola es cogerlas y
escalfarlas contra la bandeja porque me mola el sonido que hacen, pero al final,
ante la insistencia de mi papá y del psicólogo, hago las tareas lo mejor que
puedo. La verdad es que hoy me lo he pasado bomba, no hay nada más que verme. Y
es que, si quiero cambiarle el canal a mi hermano cuando esté viendo los dibus,
toquetear los botones de la lavadora, tirar de la oreja a mi padre o coger
cositas pequeñas con mis deditos, no me queda más remedio que ponerme las pilas
y darle caña a las tareas.
No, aburrirme, no me aburro
Después de mi sesión de
motor fino, hemos ido a la de motor grueso con mi fisioterapeuta, que ya me
estaba esperando en el pasillo con una inmensa sonrisa. Ella me está
ayudando mucho, aunque a veces le correspondo con algunos lloros o unos
simpáticos pucheretes porque aún soy un bebé y tengo mis cambios de humor. Estamos
trabajando en poner fortachonas mis piernas y mi tronco, a poder sentarme sin caerme
y a gatear, aunque esto último con menos fortuna porque me he acostumbrado a
desplazarme casi arrastrándome y como me va bien, me muevo de aquí para allá,
pues como que me he acomodado. Aunque, eso sí, mis papis me dan la lata en
forma de juego para que empiece a gatear ¡Ya veremos! Con el tiempo el objetivo es, pasito a pasito, empezar caminar, dar las primeras zancadas y luego echar carreras con mi hermano, perseguidos por mi papá. Para mí y para mis padres esos tan esperados primeros pasos son más importantes que aquellos que dió Neil Armstrong en la polvorienta superficie de la Luna.
¡Concentración a tope!
¡La verdad es que he
acabado agotado y después de comer he dormido como un bebé!
Maravillosa iniciativa de ponerle voz a tu hijo, descubriendo y experimentando su propio mundo.
ResponderEliminarYo también soy Hércules cuando lo leo, gracias!
Preciosooo, poco a poquito te haces fuerte y grande, gracias a tus papis que son una bendición y a esos especialistas que te tratan con mucho cariño. Un besoooo grandeeeee 😘😘😘
ResponderEliminarHércules dale la enhorabuena a tus papás por esta gran idea y hacernos partícipes de tu mundo . Y tú a seguir lubricando motores!!! Este acelerado mundo recompensa a los luchadores.
ResponderEliminarHola soy lola, amiga de Carolina , una iniciativa excelente , yo tengo un hijo con autismo al que también he escrito un libro y también le pongo voz , tenemoss mucha suerte teniendo a las personitas más maravillosas de jamás nadie haya podido imaginar
ResponderEliminar