lunes, 13 de enero de 2020

¡CHÁN-CHANCHANCHÁN-CHANCHANCHÁN-CHANCHANCHAAAAAAAN!


Aunque no lo parezca, pero el título de este post es la música de Rocky. Sí, sí, ya lo se, hay que echarle imaginación, pero esto es lo que hay. Y el motivo es que ya hemos vuelto de las vacaciones de Navidad, de todos esos días de fiesta que no sabes si es sábado, martes o viernes y tienes un desmadre horario de narices por no hablar de los kilos de más, resultado de abusar del jamón, de comilonas, turrones, roscones...



Pero enero, con sus almendros en flor, ya está aquí y retomamos más fuerte que nunca la terapia y los entrenamientos para mejorar el desarrollo de mi motor fino y de mi motor grueso. Si no sabéis de lo que hablo, os lo refresco; el motor fino o motricidad fina es la coordinación de los movimientos musculares pequeños que ocurren en partes del cuerpo como los dedos, generalmente en estrecha coordinación con los ojos. El motor grueso o motricidad gruesa se relaciona con la habilidad que desde niños (¡y yo lo soy!) vamos adquiriendo para mover armoniosamente los músculos del cuerpo, mantener el equilibrio y adquirir agilidad, velocidad y fuerza en los movimientos. Ejemplo de motor fino: cuando estamos viendo un partido de fútbol y no dejamos de meter los dedos en el plato de las aceitunas o de las patatas fritas (aunque no sea el nuestro) porque nos llevan los demonios de la emoción. Ejemplo de motor grueso: cuando nuestro equipo marca gol y saltamos lo más que podemos levantando los brazos mientras eyectamos al mundo el olor de nuestras sudorosas axilas y lanzamos alaridos de placer deportivo abrazándonos compulsivamente a nuestros amigos o al prójimo más cercano.



Como aún soy pequeño y por mi condición el mundo parece ir más rápido que yo, necesito esforzarme más y poner más empeño para que mis dos motores estén perfectamente lubricados y funcionando al cien por cien. Por eso esta mañana, como cada semana, he ido con mis padres a un lugar fantástico: el Centro de Atención Temprana Fahala de Alhaurín el Grande, que el año pasado obtuvo un premio muy gordo. No, el de la lotería no, ojalá les toque algún día. El premio al que me refiero es el Certificado de Calidad Avanzada, otorgado por la Agencia de Calidad Sanitaria de la Junta de Andalucía. Según he oido decir a mi padre, que nunca para de hablar y contar historias, es algo más importante para muchas personas que el premio ese que llaman balón de oro y que le dan a algunos futbolistas por correr en calzoncillos detrás de una pelota. Ha sido el primer centro municipal en Andalucía que ha obtenido esa certificación y no me extraña porque el equipo humano que lo compone es muy profesional, generoso, atento y muy comprometido con la extraordinaria labor que llevan a cabo ¡Además, siempre me sonríen mucho y me hacen muchas carantoñas!



Hemos empezado con el motor fino, metiendo y sacando objetos de determinados lugares, como aros de colores, encajables, piezas geométricas de colores… Lo que más me mola es cogerlas y escalfarlas contra la bandeja porque me mola el sonido que hacen, pero al final, ante la insistencia de mi papá y del psicólogo, hago las tareas lo mejor que puedo. La verdad es que hoy me lo he pasado bomba, no hay nada más que verme. Y es que, si quiero cambiarle el canal a mi hermano cuando esté viendo los dibus, toquetear los botones de la lavadora, tirar de la oreja a mi padre o coger cositas pequeñas con mis deditos, no me queda más remedio que ponerme las pilas y darle caña a las tareas. 



No, aburrirme, no me aburro

Después de mi sesión de motor fino, hemos ido a la de motor grueso con mi fisioterapeuta, que ya me estaba esperando en el pasillo con una inmensa sonrisa. Ella me está ayudando mucho, aunque a veces le correspondo con algunos lloros o unos simpáticos pucheretes porque aún soy un bebé y tengo mis cambios de humor. Estamos trabajando en poner fortachonas mis piernas y mi tronco, a poder sentarme sin caerme y a gatear, aunque esto último con menos fortuna porque me he acostumbrado a desplazarme casi arrastrándome y como me va bien, me muevo de aquí para allá, pues como que me he acomodado. Aunque, eso sí, mis papis me dan la lata en forma de juego para que empiece a gatear ¡Ya veremos! Con el tiempo el objetivo es, pasito a pasito, empezar caminar, dar las primeras zancadas y luego echar carreras con mi hermano, perseguidos por mi papá. Para mí y para mis padres esos tan esperados primeros pasos son más importantes que aquellos que dió  Neil Armstrong en la polvorienta superficie de la Luna.


¡Concentración a tope!


¡La verdad es que he acabado agotado y después de comer he dormido como un bebé!

4 comentarios:

  1. Maravillosa iniciativa de ponerle voz a tu hijo, descubriendo y experimentando su propio mundo.
    Yo también soy Hércules cuando lo leo, gracias!


    ResponderEliminar
  2. Preciosooo, poco a poquito te haces fuerte y grande, gracias a tus papis que son una bendición y a esos especialistas que te tratan con mucho cariño. Un besoooo grandeeeee 😘😘😘

    ResponderEliminar
  3. Hércules dale la enhorabuena a tus papás por esta gran idea y hacernos partícipes de tu mundo . Y tú a seguir lubricando motores!!! Este acelerado mundo recompensa a los luchadores.

    ResponderEliminar
  4. Hola soy lola, amiga de Carolina , una iniciativa excelente , yo tengo un hijo con autismo al que también he escrito un libro y también le pongo voz , tenemoss mucha suerte teniendo a las personitas más maravillosas de jamás nadie haya podido imaginar

    ResponderEliminar

HOLA, ME LLAMO HÉRCULES

¡Hola a todos! ¡Me llamo Hércules! Soy un niño con Síndrome de Down de Monda (Málaga) que ha tenido la suerte de caer en los brazos ...